ESA VOZ II PARTE


ESA VOZ  - II PARTE


El semáforo se puso en rojo, hacía una semana que su hijo se había ido
de su vida,  pero no de su Alma, porque lo sentía dentro, y el dichoso semáforo le había hecho pararse  justo enfrente de su casa.
Miró hacia la ventana del segundo piso,
sabía que allí no vivía nadie, que estaba vacía y desértica desde aquel  fatídico día que le fue arrancado un trozo de corazón,
dejando en su lugar una enorme cicatriz que jamás sería borrada.
La persiana estaba medio abierta, y de repente empezó a subir y bajar sola, una y otra vez.
Sally comprendió que eran señales que su hijo Alejando le enviaba.
El semáforo se puso verde y continúo el camino de regreso a  casa.
Al día siguiente, al regresar por la noche de nuevo del trabajo, volvió a ocurrir lo mismo.  El mismo semáforo, la parada obligatoria y la subida y bajada de la persiana que bailaba sola.
Eso no podía ser casualidad, le daba vueltas a la cabeza, pero no comprendía porqué su hijo desde el otro mundo le enviaba señales.
Le preguntaría a su amiga Clarita, que de esos temas estaba bien empapada.
Cuando Sally le comentó a  Clarita lo sucedido, sus primeras palabras fueron:
- Sally, tu hijo te pide ayuda,  está atrapado entres dos mundos,
y te necesita para poder descansar del todo, su espíritu está encerrado en esa casa, necesitas ir y hablarle, pedirle perdón por todo lo que le hayas podido hacer y perdonarle tú también a él para que se vaya tranquilo, y pregunntarle si necesita ayuda, cómo puedes ayudarle.
Sally comprendiendo que su amiga tenía razón, se dirigió a la casa
del dueño del piso donde murió su hijo, para pedirle prestada  la llave y recoger algunas pertenencias de Alejandro.
A mitad de camino recogió a Nelly, su nuera y la novia del difunto, quien se lo encontró muerto, y ambas se encaminaron hacia el lugar de los hechos, sin saber que ocurría.
Sentirían dolor, mucho dolor y amargura, el llanto las embarcaría en el desconsuelo y la pena las llevaría pos los ríos de la impotencia...
pero había que echarle valor y por el amor que ambas sentían por él, y con la  esperanza de ayudarlo, se marcharon.


Escrito por Pili  Ruiz el día 18 de Abril del 2011
^_________Pili_________^

ESA VOZ  - II PARTE


El semáforo se puso en rojo, hacía una semana que su hijo se había ido
de su vida,  pero no de su Alma, porque lo sentía dentro, y el dichoso semáforo le había hecho pararse  justo enfrente de su casa.
Miró hacia la ventana del segundo piso,
sabía que allí no vivía nadie, que estaba vacía y desértica desde aquel  fatídico día que le fue arrancado un trozo de corazón,
dejando en su lugar una enorme cicatriz que jamás sería borrada.
La persiana estaba medio abierta, y de repente empezó a subir y bajar sola, una y otra vez.
Sally comprendió que eran señales que su hijo Alejando le enviaba.
El semáforo se puso verde y continúo el camino de regreso a  casa.
Al día siguiente, al regresar por la noche de nuevo del trabajo, volvió a ocurrir lo mismo.  El mismo semáforo, la parada obligatoria y la subida y bajada de la persiana que bailaba sola.
Eso no podía ser casualidad, le daba vueltas a la cabeza, pero no comprendía porqué su hijo desde el otro mundo le enviaba señales.
Le preguntaría a su amiga Clarita, que de esos temas estaba bien empapada.
Cuando Sally le comentó a  Clarita lo sucedido, sus primeras palabras fueron:
- Sally, tu hijo te pide ayuda,  está atrapado entres dos mundos,
y te necesita para poder descansar del todo, su espíritu está encerrado en esa casa, necesitas ir y hablarle, pedirle perdón por todo lo que le hayas podido hacer y perdonarle tú también a él para que se vaya tranquilo, y pregunntarle si necesita ayuda, cómo puedes ayudarle.
Sally comprendiendo que su amiga tenía razón, se dirigió a la casa
del dueño del piso donde murió su hijo, para pedirle prestada  la llave y recoger algunas pertenencias de Alejandro.
A mitad de camino recogió a Nelly, su nuera y la novia del difunto, quien se lo encontró muerto, y ambas se encaminaron hacia el lugar de los hechos, sin saber que ocurría.
Sentirían dolor, mucho dolor y amargura, el llanto las embarcaría en el desconsuelo y la pena las llevaría pos los ríos de la impotencia...
pero había que echarle valor y por el amor que ambas sentían por él, y con la  esperanza de ayudarlo, se marcharon.


Escrito por Pili  Ruiz el día 18 de Abril del 2011
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