Manuel Vilas, el poeta de la invisibilidad


El enamorado. Manuel Vilas


Toda la noche soñando contigo, me he pasado la noche entera
soñando que te besaba en el patio de una iglesia junto al mar.
Qué enamorado estuve de ti, y no te lo dije nunca.
¿Lo adivinaste? ¿Lo deseaste? ¿Lo suplicaste?
Tenías seis años más que yo, estabas más hecha a la vida,
no te ibas de la cabeza como yo, sino que eras moderada y prudente,
aunque llena de amor por dentro, amor hacia mí,
hacia mí, que era un tipo de lo más perdido, y eso sí
se notaba a la primera, y cómo me acuerdo de tus manos
y de tu sonrisa, todos los amantes se acuerdan de lo mismo,
sólo que yo no me metí nunca en tu cama, años llevo imaginando
cómo se debía de estar en tu cama, un día me la enseñaste,
pero nada más. Y ahora me despierto y he soñado que te besaba,
y son las diez de la mañana de un verano monumental
y ya estoy bebiendo una ginebra, así, en ayunas, y salgo
a la terraza de mi habitación y veo a las turistas tumbarse
sobre la arena, y pienso que tú podrías estar aquí conmigo,
qué enamorado estuve de ti y cómo lo estuviste tú también,
y qué mal hicimos en no habernos revolcado mil veces
por mil camas, o qué bien hicimos, porque, conociéndome,
igual te hubiera pedido en matrimonio y tú hubieras aceptado,
y borracho como estoy todo el día, cuando me hubiera cansado
de joder todas las noches, a lo mejor me daba por darte un puñetazo
o tirarte a un río, o a ti por pegarme un tiro,
o envenenarme o pegármela con otro.
Cómo puedo decir todo esto de ti, que eras un ángel
y lo sigues siendo, y de mí, que te quise con inocencia.
Será mejor que siga bebiendo hasta que te borres de mi memoria,
y esto sí que me hace llorar, y soy un tipo que está llorando
a las diez y media de la mañana, sentado en la terraza de una habitación
para turistas, con una ginebra caliente en la mano -son los restos
de la noche-, llorando porque si te echo de mi memoria,
verdaderamente entonces sí que ya no me quedará nada.

Manuel Vilas
de El cielo (DVD poesía, 2000)

La poesía de Manuel Vilas es sorprendente, con las coordenadas urbanas planetariamente situadas, desde Zaragoza a Coruña o desde Nueva York a Málaga pasando por Londres, la poesía de Vilas dibuja graffitis allá donde parecen existir solo trozos invisibles de ciudades sublimadas a la nada, ciudades donde se respira el rock y la poesía, donde la desgarradora soledad convive con la ternura misma del blues y del jazz.

Manuel Vilas nos arrebata trozos de nosotros mismos, pedazos de nuestro ser que creíamos perdidos elevándolos entre humos de alcohol y magia para devolvérnoslos repletos de vivencias enriquecedoras, son restos de nuestros propios naufragios quecreíamos no haber vivido; nos rescata del tiempo lo invisible, lo que nunca creímos haber sentido y sin embargo lo hemos vivido hasta lo más hondo de nuestras entrañas.

Recuperar la memoria de nuestras vivencias, materializar lo que creíamos que no existía en nuestros recuerdos.

Un inmenso agradecimiento le tengo a éste mago de la palabra, a éste juglar del siglo XXI que no se corta y canta la verdad, siempre verdad provocativa y transgresora, Vilas nos transporta al sueño y la ternura que pensábamos ya viuda de nosotros mismos, Vilas nos da la vida.

El enamorado. Manuel Vilas


Toda la noche soñando contigo, me he pasado la noche entera
soñando que te besaba en el patio de una iglesia junto al mar.
Qué enamorado estuve de ti, y no te lo dije nunca.
¿Lo adivinaste? ¿Lo deseaste? ¿Lo suplicaste?
Tenías seis años más que yo, estabas más hecha a la vida,
no te ibas de la cabeza como yo, sino que eras moderada y prudente,
aunque llena de amor por dentro, amor hacia mí,
hacia mí, que era un tipo de lo más perdido, y eso sí
se notaba a la primera, y cómo me acuerdo de tus manos
y de tu sonrisa, todos los amantes se acuerdan de lo mismo,
sólo que yo no me metí nunca en tu cama, años llevo imaginando
cómo se debía de estar en tu cama, un día me la enseñaste,
pero nada más. Y ahora me despierto y he soñado que te besaba,
y son las diez de la mañana de un verano monumental
y ya estoy bebiendo una ginebra, así, en ayunas, y salgo
a la terraza de mi habitación y veo a las turistas tumbarse
sobre la arena, y pienso que tú podrías estar aquí conmigo,
qué enamorado estuve de ti y cómo lo estuviste tú también,
y qué mal hicimos en no habernos revolcado mil veces
por mil camas, o qué bien hicimos, porque, conociéndome,
igual te hubiera pedido en matrimonio y tú hubieras aceptado,
y borracho como estoy todo el día, cuando me hubiera cansado
de joder todas las noches, a lo mejor me daba por darte un puñetazo
o tirarte a un río, o a ti por pegarme un tiro,
o envenenarme o pegármela con otro.
Cómo puedo decir todo esto de ti, que eras un ángel
y lo sigues siendo, y de mí, que te quise con inocencia.
Será mejor que siga bebiendo hasta que te borres de mi memoria,
y esto sí que me hace llorar, y soy un tipo que está llorando
a las diez y media de la mañana, sentado en la terraza de una habitación
para turistas, con una ginebra caliente en la mano -son los restos
de la noche-, llorando porque si te echo de mi memoria,
verdaderamente entonces sí que ya no me quedará nada.

Manuel Vilas
de El cielo (DVD poesía, 2000)

La poesía de Manuel Vilas es sorprendente, con las coordenadas urbanas planetariamente situadas, desde Zaragoza a Coruña o desde Nueva York a Málaga pasando por Londres, la poesía de Vilas dibuja graffitis allá donde parecen existir solo trozos invisibles de ciudades sublimadas a la nada, ciudades donde se respira el rock y la poesía, donde la desgarradora soledad convive con la ternura misma del blues y del jazz.

Manuel Vilas nos arrebata trozos de nosotros mismos, pedazos de nuestro ser que creíamos perdidos elevándolos entre humos de alcohol y magia para devolvérnoslos repletos de vivencias enriquecedoras, son restos de nuestros propios naufragios quecreíamos no haber vivido; nos rescata del tiempo lo invisible, lo que nunca creímos haber sentido y sin embargo lo hemos vivido hasta lo más hondo de nuestras entrañas.

Recuperar la memoria de nuestras vivencias, materializar lo que creíamos que no existía en nuestros recuerdos.

Un inmenso agradecimiento le tengo a éste mago de la palabra, a éste juglar del siglo XXI que no se corta y canta la verdad, siempre verdad provocativa y transgresora, Vilas nos transporta al sueño y la ternura que pensábamos ya viuda de nosotros mismos, Vilas nos da la vida.