Aquellos tiempos

Aquellos tiempos


Los carros de cojinetes, las bicicletas con el freno del gitano, el pincho, las partidas de fútbol y las carreras con las chapas, los primeros escarceos con nuestra sexualidad, las masturbaciones en grupo en pleno campo, los chupeteos de los trozos de caña de azúcar, los saltos a piola, los juegos de frontón frente a la tapia de la iglesia que venía el policía y nos echaba, las excursiones con experimentos explosivos de bombas fabricadas con clorato, el juego del escondite, la mirada que respira taquicardicamente a la espera de ver nuestro primer amor platónico y que ella no nos vea, la inocencia perdida, todo se encuentra en la memoria de la vida, espera la resurrección siempre tardía de lo que parece haber sido vivido en sueños, todo parece irreal, todo parece almacenarse en un compartimento ajeno, todo parece haber sido desahuciado por el presente, nos han desahuciado los recuerdos para convertirlos en polvo del olvido. Los juegos de cartas, el ajedrez con la música de Simon y Garfunkel, los tebeos alquilados al peso, los tebeos que nos absorbían hasta el punto de no comer, las novelas de aventuras, de Salgari, de Julio Verne, de Stevenson, los saltos con el yutiboti por los pasillos de la casa, la Venus de Milo hecha añicos, el cuarto de los trastos, la mano invisible en la noche destapándonos en la cama y nosotros cagados de miedo, la televisión en blanco y negro, las películas con dos rombos que transformábamos a películas con un rombo ampliando la imagen mientras mi padre leía el periódico, el vamos a la cama para descansar, los saltos arriesgados al patio de debajo de nuestra habitación con el abismo cercano, el colgarnos de la baranda del tercer piso con el cuerpo al hueco de la escalera, los brincos de los escalones de cinco en cinco, las carreras, las peleas de barrio, todo pertenece a un pasado extraño, nos han desahuciado los recuerdos para convertirlos en polvo del tiempo y yo escribo para rebelarme contra la tiranía del tiempo, la lucha aunque desigual no está perdida.
Aquellos tiempos


Los carros de cojinetes, las bicicletas con el freno del gitano, el pincho, las partidas de fútbol y las carreras con las chapas, los primeros escarceos con nuestra sexualidad, las masturbaciones en grupo en pleno campo, los chupeteos de los trozos de caña de azúcar, los saltos a piola, los juegos de frontón frente a la tapia de la iglesia que venía el policía y nos echaba, las excursiones con experimentos explosivos de bombas fabricadas con clorato, el juego del escondite, la mirada que respira taquicardicamente a la espera de ver nuestro primer amor platónico y que ella no nos vea, la inocencia perdida, todo se encuentra en la memoria de la vida, espera la resurrección siempre tardía de lo que parece haber sido vivido en sueños, todo parece irreal, todo parece almacenarse en un compartimento ajeno, todo parece haber sido desahuciado por el presente, nos han desahuciado los recuerdos para convertirlos en polvo del olvido. Los juegos de cartas, el ajedrez con la música de Simon y Garfunkel, los tebeos alquilados al peso, los tebeos que nos absorbían hasta el punto de no comer, las novelas de aventuras, de Salgari, de Julio Verne, de Stevenson, los saltos con el yutiboti por los pasillos de la casa, la Venus de Milo hecha añicos, el cuarto de los trastos, la mano invisible en la noche destapándonos en la cama y nosotros cagados de miedo, la televisión en blanco y negro, las películas con dos rombos que transformábamos a películas con un rombo ampliando la imagen mientras mi padre leía el periódico, el vamos a la cama para descansar, los saltos arriesgados al patio de debajo de nuestra habitación con el abismo cercano, el colgarnos de la baranda del tercer piso con el cuerpo al hueco de la escalera, los brincos de los escalones de cinco en cinco, las carreras, las peleas de barrio, todo pertenece a un pasado extraño, nos han desahuciado los recuerdos para convertirlos en polvo del tiempo y yo escribo para rebelarme contra la tiranía del tiempo, la lucha aunque desigual no está perdida.