MI VOZ INTERIOR


MI VOZ INTERIOR


Te amé como nunca he amado a nadie y no se si llegaré a amar de ese modo, otra vez. Fuiste el universo que acarició cada uno de los poros de mi piel, entre lirios de pasión, y el cielo que me hizo volar enredada a su cuerpo, en nuestras  noches de lujuria. Mis ojos solo se posaron en los tuyos, ignorando a los otros cielos que por mí, bebían los vientos. Por el celular, me reclamabas cada madrugada. La inquietud, se apoderaba de mi cuerpo, solo deseaba sentirme una contigo, entre las sábanas de tu cama. Sin pensar, volaba a tus brazos como una loca, pisando el acelerador de mi auto al máximo de límite establecido, por esas solitarias carreteras, sin medir las consecuencias. La Luna fue testigo de mis imprudencias y de los obstáculos que tuve que saltar, para poder estar entre tus brazos. Luché por nuestra relación, porque creí en ella. Me enfrenté a todo el mundo defendiendo nuestro amor. Desde que te cruzaste en mi camino, el peligro estaba a la vuelta de cada esquina, en mi vida. Pero tan ciega estaba pensando que tú también me amabas, que el miedo no vestía mi cuerpo. La prudencia no fue la maestra de mi mente. Ignoraba los sabios consejos de mi voz interior, avisándome, de que tú, ni me amabas, ni me convenías, y debí hacerle caso a mi voz interior, que nunca me miente,
porque a tí solo te movía el interés y el afán de poseer.


Escrito por Pili Ruiz el día 29 de Julio del 2011


^________Pili________^





MI VOZ INTERIOR


Te amé como nunca he amado a nadie y no se si llegaré a amar de ese modo, otra vez. Fuiste el universo que acarició cada uno de los poros de mi piel, entre lirios de pasión, y el cielo que me hizo volar enredada a su cuerpo, en nuestras  noches de lujuria. Mis ojos solo se posaron en los tuyos, ignorando a los otros cielos que por mí, bebían los vientos. Por el celular, me reclamabas cada madrugada. La inquietud, se apoderaba de mi cuerpo, solo deseaba sentirme una contigo, entre las sábanas de tu cama. Sin pensar, volaba a tus brazos como una loca, pisando el acelerador de mi auto al máximo de límite establecido, por esas solitarias carreteras, sin medir las consecuencias. La Luna fue testigo de mis imprudencias y de los obstáculos que tuve que saltar, para poder estar entre tus brazos. Luché por nuestra relación, porque creí en ella. Me enfrenté a todo el mundo defendiendo nuestro amor. Desde que te cruzaste en mi camino, el peligro estaba a la vuelta de cada esquina, en mi vida. Pero tan ciega estaba pensando que tú también me amabas, que el miedo no vestía mi cuerpo. La prudencia no fue la maestra de mi mente. Ignoraba los sabios consejos de mi voz interior, avisándome, de que tú, ni me amabas, ni me convenías, y debí hacerle caso a mi voz interior, que nunca me miente,
porque a tí solo te movía el interés y el afán de poseer.


Escrito por Pili Ruiz el día 29 de Julio del 2011


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