Maruja Mallo: El ángel transgresor


Nacida a principios de siglo en la provincia de Lugo, Maruja Mallo pintó como vivió, en pocas ocasiones una vida se refleja de forma tan fidedigna en los lienzos. Maruja Mallo asombró desde Ortega y Gasset hasta Andrè Breton, fue amiga de Cernuda y de Alberti o de Dalí, disfrutó con Lorca y sus fiestas en la residencia de estudiantes, bebió de las fuentes madrileñas de las tertulias de los años veinte y treinta así como de los surrealistas franceses y de Picasso, mantuvo una gran amistad con Ramón Gómez de la Serna, sus pinturas llegaron al exilio argentino donde rodaron con asombro por los Estados Unidos.

Maruja Mallo dibuja siempre en la dimensión de la transgresión, así como dibuja naturalezas muertas (como el famoso cuadro del espantapájaros que le compró Breton e hizo famoso como representación del surrealismo cercano e impregnado de la realidad invisible de lo levitable) en un ambiente de vida bulliciosa y llena de vida, dibuja naturaleza viva, naturaleza de lo más viva de las profundidades marinas. Maruja Mallo es capaz de escapar a una dimensión profunda y mágica como la de sus verbenas llenas de tiovivos y alegrías como de volver a la bidimensionalidad de sus retratos asombrosos.

Maruja Mallo, fallecida en 1995 representa ese espíritu rebelde y creativo que representó a los artistas que eclosionaron durante la república y hubieron de exilarse para vivir la otra vida, la vida en la que con la nostalgia de lo perdido alcanzaron a triunfar más allá de España, en los territorios donde sus espíritus desarrollaron la creación que siempre se abre imparable e increiblemente poderosa en la adversidad.


Nacida a principios de siglo en la provincia de Lugo, Maruja Mallo pintó como vivió, en pocas ocasiones una vida se refleja de forma tan fidedigna en los lienzos. Maruja Mallo asombró desde Ortega y Gasset hasta Andrè Breton, fue amiga de Cernuda y de Alberti o de Dalí, disfrutó con Lorca y sus fiestas en la residencia de estudiantes, bebió de las fuentes madrileñas de las tertulias de los años veinte y treinta así como de los surrealistas franceses y de Picasso, mantuvo una gran amistad con Ramón Gómez de la Serna, sus pinturas llegaron al exilio argentino donde rodaron con asombro por los Estados Unidos.

Maruja Mallo dibuja siempre en la dimensión de la transgresión, así como dibuja naturalezas muertas (como el famoso cuadro del espantapájaros que le compró Breton e hizo famoso como representación del surrealismo cercano e impregnado de la realidad invisible de lo levitable) en un ambiente de vida bulliciosa y llena de vida, dibuja naturaleza viva, naturaleza de lo más viva de las profundidades marinas. Maruja Mallo es capaz de escapar a una dimensión profunda y mágica como la de sus verbenas llenas de tiovivos y alegrías como de volver a la bidimensionalidad de sus retratos asombrosos.

Maruja Mallo, fallecida en 1995 representa ese espíritu rebelde y creativo que representó a los artistas que eclosionaron durante la república y hubieron de exilarse para vivir la otra vida, la vida en la que con la nostalgia de lo perdido alcanzaron a triunfar más allá de España, en los territorios donde sus espíritus desarrollaron la creación que siempre se abre imparable e increiblemente poderosa en la adversidad.