LUZ CLARA - PARTE II




LUZ CLARA - PARTE II


Creció Luz Clara, sana y feliz, como las otras niñas. Jugando por los campos, rastreando montañas, convirtiéndose en una gran rastreadora, y haciendo travesuras, siendo regañada por sus padres y por los mayores alguna vez.  Con el paso de los años, su cuerpo empezó a moldearse con el pincel del crecimiento, conviviéndose en una hermosa mujer. Muy querida y respetada por toda la comunidad Indígena. Hombre de Fuego, el jefe de la tribu, se había desposado con ella. Les unía un gran amor, tan grande y tan inmenso que no podían vivir el uno sin el otro. Eran Almas gemelas. Al igual que Adán y Eva, decidieron vivir su primera vida, como humanos, juntos en la Tierra. El matrimonio vivía en una bonita cueva, con un jardín interior, vestido con plantas y flores de todos los colores. Grandes y verdes hojas de lirios de color violeta adornaban la entrada. El jardín era  regado por las frecas aguas de un pequeño río, que manaba dentro de la cueva, y en el techo de la gruta, había una abertura que permitía entrar la Luz del sol. Su vivienda cautivaba a todo el ser que lo contemplaba, no solo por la belleza, sino por la energía de serenidad, que se respiraba al entrar en ella. 

Continuará

Escrito por Coral Ruiz el día 20 de Julio del 2011

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LUZ CLARA - PARTE II


Creció Luz Clara, sana y feliz, como las otras niñas. Jugando por los campos, rastreando montañas, convirtiéndose en una gran rastreadora, y haciendo travesuras, siendo regañada por sus padres y por los mayores alguna vez.  Con el paso de los años, su cuerpo empezó a moldearse con el pincel del crecimiento, conviviéndose en una hermosa mujer. Muy querida y respetada por toda la comunidad Indígena. Hombre de Fuego, el jefe de la tribu, se había desposado con ella. Les unía un gran amor, tan grande y tan inmenso que no podían vivir el uno sin el otro. Eran Almas gemelas. Al igual que Adán y Eva, decidieron vivir su primera vida, como humanos, juntos en la Tierra. El matrimonio vivía en una bonita cueva, con un jardín interior, vestido con plantas y flores de todos los colores. Grandes y verdes hojas de lirios de color violeta adornaban la entrada. El jardín era  regado por las frecas aguas de un pequeño río, que manaba dentro de la cueva, y en el techo de la gruta, había una abertura que permitía entrar la Luz del sol. Su vivienda cautivaba a todo el ser que lo contemplaba, no solo por la belleza, sino por la energía de serenidad, que se respiraba al entrar en ella. 

Continuará

Escrito por Coral Ruiz el día 20 de Julio del 2011

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