La confianza

¿Qué es la confianza? Aparentemente casi todo el mundo sabe lo que es la confianza, lo que es depositar la confianza en otra persona, confiar en alguien, confiar en un proyecto, confiar en que mis ideas y opiniones son razonables, etc. Sin embargo cuando alguien de repente nos pregunta que es esa confianza que acabamos de nombrar nos quedamos un poco sin saber que decir porque quizás nunca nos hemos parado a reflexionar al respecto.

Para descubrir con objetividad lo que es la confianza hemos de indagar en lo conocido y poder ver qué hay de falso o de verdadero en ello.

Cuando uno ha sido defraudado por algunas personas a lo largo de su vida y de repente surge alguien que afectuosamente nos tiende la mano, uno deposita su confianza en esa persona. Y de alguna forma le mostramos nuestro aprecio y expresamos a los demás sus cualidades y lo maravillosa que es.

La confianza en alguien es la confianza en una imagen que hemos construido, sin embargo una persona, al igual que nosotros mismos, no es una imagen sino que es un ser vivo en continuo cambio. A veces ese cambio se muestra como un movimiento que va de la confianza a la desconfianza, de la amistad a la enemistad, del placer al dolor, de la posesión al miedo. ¿Podemos estar libres de ese movimiento dualístico o existe algún otro movimiento que no sea producto de la causa y el efecto?

Cuando uno se siente solo, al ver a la mayoría de las personas de su edad en relaciones de pareja, y de repente aparece alguien es como si nuestra reacción tendiera a idealizar a dicha persona, a exagerar lo que pensamos que son sus virtudes y a no fijarnos en aquellos aspectos que pudieran ser sus defectos. Y a partir de ahí depositamos nuestra confianza en que vamos a ser más felices con esa persona formando una pareja. Después la persona no cumple con nuestras expectativas en el terreno sexual, en los aspectos económicos, en la convivencia o en sus ideas que son diferentes a las nuestras y acabamos desconfiando de ella y despreciando la relación.

¿Qué necesidad tenemos de dar nuestra confianza a otra persona?, lo que significa en cierto modo depender de dicha persona. En esa actitud de confianza o dependencia uno espera que la otra persona sea responsable por nosotros y a la vez siga ocasionándonos el beneficio o la satisfacción que nos produjo la impresión inicial.

¿Hemos puesto confianza alguna vez en nosotros mismos?, ¿qué ha pasado, acaso no hemos acabado desconfiando de las metas que nos hemos planteado, de lo que felices que íbamos a ser al conseguir tal o cual cosa, de los sueños que hemos proyectado, etc.?

¿Qué es la desconfianza? ¿No nace la desconfianza de la confianza y viceversa? La desconfianza es un sentimiento de temor, miedo a perder algo, a que te quiten algo, a que te hagan daño, miedo a ser herido. Si fuéramos capaces de comprender que nadie puede hacernos daño o herirnos psicológicamente salvo nosotros mismos, que nadie puede ayudarnos psicológicamente salvo nosotros mismos, entonces estaríamos libres de la desconfianza y de la confianza, y nuestra actitud con los demás sería de atención.

¿Podemos confiar en la atención, en el preciso instante en que nos encontramos, en la observación sostenida, en la escucha apasionada y desinteresada, en la incertidumbre del reto, en lo que es, en el movimiento del vivir y del morir de cada momento?

¿Qué es la confianza? Aparentemente casi todo el mundo sabe lo que es la confianza, lo que es depositar la confianza en otra persona, confiar en alguien, confiar en un proyecto, confiar en que mis ideas y opiniones son razonables, etc. Sin embargo cuando alguien de repente nos pregunta que es esa confianza que acabamos de nombrar nos quedamos un poco sin saber que decir porque quizás nunca nos hemos parado a reflexionar al respecto.

Para descubrir con objetividad lo que es la confianza hemos de indagar en lo conocido y poder ver qué hay de falso o de verdadero en ello.

Cuando uno ha sido defraudado por algunas personas a lo largo de su vida y de repente surge alguien que afectuosamente nos tiende la mano, uno deposita su confianza en esa persona. Y de alguna forma le mostramos nuestro aprecio y expresamos a los demás sus cualidades y lo maravillosa que es.

La confianza en alguien es la confianza en una imagen que hemos construido, sin embargo una persona, al igual que nosotros mismos, no es una imagen sino que es un ser vivo en continuo cambio. A veces ese cambio se muestra como un movimiento que va de la confianza a la desconfianza, de la amistad a la enemistad, del placer al dolor, de la posesión al miedo. ¿Podemos estar libres de ese movimiento dualístico o existe algún otro movimiento que no sea producto de la causa y el efecto?

Cuando uno se siente solo, al ver a la mayoría de las personas de su edad en relaciones de pareja, y de repente aparece alguien es como si nuestra reacción tendiera a idealizar a dicha persona, a exagerar lo que pensamos que son sus virtudes y a no fijarnos en aquellos aspectos que pudieran ser sus defectos. Y a partir de ahí depositamos nuestra confianza en que vamos a ser más felices con esa persona formando una pareja. Después la persona no cumple con nuestras expectativas en el terreno sexual, en los aspectos económicos, en la convivencia o en sus ideas que son diferentes a las nuestras y acabamos desconfiando de ella y despreciando la relación.

¿Qué necesidad tenemos de dar nuestra confianza a otra persona?, lo que significa en cierto modo depender de dicha persona. En esa actitud de confianza o dependencia uno espera que la otra persona sea responsable por nosotros y a la vez siga ocasionándonos el beneficio o la satisfacción que nos produjo la impresión inicial.

¿Hemos puesto confianza alguna vez en nosotros mismos?, ¿qué ha pasado, acaso no hemos acabado desconfiando de las metas que nos hemos planteado, de lo que felices que íbamos a ser al conseguir tal o cual cosa, de los sueños que hemos proyectado, etc.?

¿Qué es la desconfianza? ¿No nace la desconfianza de la confianza y viceversa? La desconfianza es un sentimiento de temor, miedo a perder algo, a que te quiten algo, a que te hagan daño, miedo a ser herido. Si fuéramos capaces de comprender que nadie puede hacernos daño o herirnos psicológicamente salvo nosotros mismos, que nadie puede ayudarnos psicológicamente salvo nosotros mismos, entonces estaríamos libres de la desconfianza y de la confianza, y nuestra actitud con los demás sería de atención.

¿Podemos confiar en la atención, en el preciso instante en que nos encontramos, en la observación sostenida, en la escucha apasionada y desinteresada, en la incertidumbre del reto, en lo que es, en el movimiento del vivir y del morir de cada momento?