Arranco con la suavidad del día
dos ramas de romero y una de olivo,
sus colores y sus aromas
despejan mis inquietudes y mis temores
siendo capaz de ascender con fuerza
y con brío inusitado
la montaña de la vida cuando parecía imposible,
aunque mi corazón sigue navegando entre dos aguas,
la savia que recorre mi alma discurre
como los dos ríos de mi Granada,
como el Darro y el Genil
que bajan de la montaña al mar,
allí es don de su sal la recibe
para llenarlos de la gracia marina,
de la luz y la alegría.
Arranco con la suavidad del día
dos ramas de romero y una de olivo,
sus colores y sus aromas
despejan mis inquietudes y mis temores
siendo capaz de ascender con fuerza
y con brío inusitado
la montaña de la vida cuando parecía imposible,
aunque mi corazón sigue navegando entre dos aguas,
la savia que recorre mi alma discurre
como los dos ríos de mi Granada,
como el Darro y el Genil
que bajan de la montaña al mar,
allí es don de su sal la recibe
para llenarlos de la gracia marina,
de la luz y la alegría.