El apego

A veces me pregunto porque nos apegamos tanto a ciertas personas, o nos apegamos a nuestros animales, plantas, casas, objetos, recuerdos, ideas.

¿Por qué nos apegamos?

Quizás uno ha tenido una experiencia bonita, algo realmente hermoso y evidentemente no quiere de ningún modo que ello termine. El apego tiene muchas caras, muchos aspectos, y no es fácil discernir con claridad cuáles son sus ramas y hasta donde se extienden sus raíces.

Sería importante darnos cuenta de que estamos apegados, comprender que hay un sentimiento de deseo y placer, que a la misma vez nos crea una sensación de dependencia o de ansiedad que nos hace querer estar con la otra persona o con lo que estemos apegados. En dicho apego nosotros quedamos menospreciados, es como un auto desprecio en favor del aprecio del otro.

Algo que es tremendamente revelador es observar las consecuencias del apego. El apego crea dependencia y donde hay dependencia hay explotación y por consiguiente conflicto y dolor. Esto no es una cuestión teórica ya que lo podemos observar en nuestra vida cotidiana en relación con los amigos, los familiares o las relaciones laborales.

¿Se pueden solucionar los problemas entre amigos o familiares? Difícilmente se puede solucionar problema alguno si no partimos de que en principio es necesario que no haya apego, porque de otra forma la solución que se encuentra al problema se basa en el miedo a perder a la otra persona o en el miedo a estar solos o en el miedo a no seguir obteniendo algún tipo de favor o beneficio.

El apego no permite que seamos seres libres, capaces de actuar sin temor, es un sentimiento malicioso ya que lo que lo sostiene es el beneficio que obtenemos de la relación.

No somos conscientes del tremendo peligro del apego. El apego conduce al auto maltrato y puede llegar al asesinato o al suicidio, aunque siempre se viste de una historia de amor y de pasión.

El verdadero sentido de la relación no es el beneficio propio ni el beneficio común. El sentido de la relación es la liberación de uno mismo y de la búsqueda de todo beneficio, encontrando en el otro tu propia conciencia, tu misma esencia. Cuando la relación se da, no hay beneficio alguno, no hay placer, no hay deseo, solo hay una unión donde las partes han desaparecido y por consiguiente ya no tiene sentido apego alguno.

¿De qué sirve que hablemos sin no somos capaces de que las palabras nos afecten?

¿Cuando oímos hablar del apego tiene eso alguna repercusión sobre nuestra vida diaria?

Cuando uno comprende el apego su vida ya no es la misma, ya no es más su vida, aunque uno pierda hasta la ropa, los hijos, las ideas, las creencias, los valores, las ilusiones, las esperanzas, el futuro y el pasado. Entonces la vida cobra otro sentido, vienen aires nuevos y se respira a tierra mojada mientras uno camina por la montaña junto al rocío de la mañana a la vez que los primeros rayos de sol aparecen entre los robles.

Honestamente ¿Hay apego en tu corazón? ¿Hay apego en tus relaciones? Si es así, ¿Qué harás? ¿Seguirás racionalizando aún más tu forma de conducirte o seguirás justificando que todo el apego es por el profundo sentimiento de amor que tienes? Si comprendes que cualquier racionalización, análisis, justificación o sentimentalismo lo que hacen es perpetuar tus apegos, ¿Qué harás?



A veces me pregunto porque nos apegamos tanto a ciertas personas, o nos apegamos a nuestros animales, plantas, casas, objetos, recuerdos, ideas.

¿Por qué nos apegamos?

Quizás uno ha tenido una experiencia bonita, algo realmente hermoso y evidentemente no quiere de ningún modo que ello termine. El apego tiene muchas caras, muchos aspectos, y no es fácil discernir con claridad cuáles son sus ramas y hasta donde se extienden sus raíces.

Sería importante darnos cuenta de que estamos apegados, comprender que hay un sentimiento de deseo y placer, que a la misma vez nos crea una sensación de dependencia o de ansiedad que nos hace querer estar con la otra persona o con lo que estemos apegados. En dicho apego nosotros quedamos menospreciados, es como un auto desprecio en favor del aprecio del otro.

Algo que es tremendamente revelador es observar las consecuencias del apego. El apego crea dependencia y donde hay dependencia hay explotación y por consiguiente conflicto y dolor. Esto no es una cuestión teórica ya que lo podemos observar en nuestra vida cotidiana en relación con los amigos, los familiares o las relaciones laborales.

¿Se pueden solucionar los problemas entre amigos o familiares? Difícilmente se puede solucionar problema alguno si no partimos de que en principio es necesario que no haya apego, porque de otra forma la solución que se encuentra al problema se basa en el miedo a perder a la otra persona o en el miedo a estar solos o en el miedo a no seguir obteniendo algún tipo de favor o beneficio.

El apego no permite que seamos seres libres, capaces de actuar sin temor, es un sentimiento malicioso ya que lo que lo sostiene es el beneficio que obtenemos de la relación.

No somos conscientes del tremendo peligro del apego. El apego conduce al auto maltrato y puede llegar al asesinato o al suicidio, aunque siempre se viste de una historia de amor y de pasión.

El verdadero sentido de la relación no es el beneficio propio ni el beneficio común. El sentido de la relación es la liberación de uno mismo y de la búsqueda de todo beneficio, encontrando en el otro tu propia conciencia, tu misma esencia. Cuando la relación se da, no hay beneficio alguno, no hay placer, no hay deseo, solo hay una unión donde las partes han desaparecido y por consiguiente ya no tiene sentido apego alguno.

¿De qué sirve que hablemos sin no somos capaces de que las palabras nos afecten?

¿Cuando oímos hablar del apego tiene eso alguna repercusión sobre nuestra vida diaria?

Cuando uno comprende el apego su vida ya no es la misma, ya no es más su vida, aunque uno pierda hasta la ropa, los hijos, las ideas, las creencias, los valores, las ilusiones, las esperanzas, el futuro y el pasado. Entonces la vida cobra otro sentido, vienen aires nuevos y se respira a tierra mojada mientras uno camina por la montaña junto al rocío de la mañana a la vez que los primeros rayos de sol aparecen entre los robles.

Honestamente ¿Hay apego en tu corazón? ¿Hay apego en tus relaciones? Si es así, ¿Qué harás? ¿Seguirás racionalizando aún más tu forma de conducirte o seguirás justificando que todo el apego es por el profundo sentimiento de amor que tienes? Si comprendes que cualquier racionalización, análisis, justificación o sentimentalismo lo que hacen es perpetuar tus apegos, ¿Qué harás?