El verdadero significado de la indagación

Hace unos días un amigo lanzó una pregunta al aire que vamos a compartir juntos en este espacio donde nos permitimos indagar como una forma más de acercarnos a la verdad o de encontrar una luz que alumbre nuestras sombras.

¿Qué hace falta para que la exploración, y lo que se descubre en el transcurso de un verdadero diálogo de indagación, transforme realmente nuestras vidas?

A veces uno tiene la sensación que nos tiramos la mayor parte de nuestra vida hablando y aunque parece que ello nos aclara ciertas dudas en realidad no nos hace cambiar nada e incluso podríamos decir que tanto diálogo más bien fortalece nuestro condicionamiento.

Cuando la indagación surge con una pregunta desde una verdadera inquietud, necesidad, pasión que nace de la observación, entonces la mente está preparada para adentrarse en ese mundo del diálogo donde es posible la transformación y en ese sentido podríamos decir que ese es el significado de la meditación.

¿Cómo surge una pregunta?

Quizás el primer paso es el último. La verdadera indagación nace con la pregunta correcta, que es aquella que a uno le quema por dentro y requiere encontrar una gran fuente de agua que apague su fuego o de lo contrario uno ardera como una simple astilla.

¿Qué sentido tiene preguntar algo? Evidentemente hay un sentido claro de adquirir conocimiento. Si preguntamos cómo encontrar una calle determinada, ese preguntar persigue un logro, un fin o una meta. Lo único que hemos de hacer es escuchar a alguien que sepa ir, poner atención y memorizar sus palabras para después repetir prácticamente lo que hemos aprendido de palabra.

¿Somos conscientes que podemos hacer preguntas cuyo sentido no sea adquirir conocimiento sino comprender o percibir la verdad de algo?

Comprender o percibir la verdad de algo no es conocimiento que alguien pueda enseñarnos, no es algo memorizable, no es un logro o una meta, es más bien una posible experiencia que solo puede hacer uno mismo y que tiene consecuencias transformadoras.

¿Cuál es la esencia de la transformación? La esencia de la transformación está en descubrir lo falso en lo que creíamos verdadero y descubrir la verdad en lo que creíamos falso.

El cerebro solo puede funcionar con premisas verdaderas, seguras, siempre buscando el bienestar y la continuidad de su existencia y cuando encuentra que está realmente equivocado y que dicha equivocación le produce malestar e inseguridad entonces se produce una transformación instantánea producto de la compresión y de la percepción de dicha falsedad.

Imaginemos que una persona hasta ahora ha creído que el pensamiento es la herramienta más importante que tiene para hacer frente a sus conflictos y al hacer una indagación descubre que el pensamiento es la principal causa de sus conflictos y problemas, de sus temores, de sus sufrimientos, de sus locuras y obsesiones, de sus enfermedades y de su infelicidad. ¿Qué le sucede a esa persona a partir de descubrir que su propio pensamiento está limitado y no puede solucionar ningún problema?

¿Qué le sucede a esa persona? Si no le sucede nada, si no hay una transformación, sino hay un estado de observación sobre el pensamiento, entonces esa persona ha convertido lo que pudo ser la observación de un hecho en una idea, la cual ha potenciado en definitiva al pensamiento que no es más que un cúmulo de ideas.

Creemos que es necesario tener una idea de los hechos, para poder transmitir y compartir, pero en realidad la idea destruye el hecho y lo que acabamos transmitiendo es una falsedad.


Encontrar los hechos a través de la indagación es relativamente sencillo si uno es capaz de cuestionar sus verdades, sus ideas, pero vivir con los hechos no parece fácil y es ahí donde está la verdadera transformación, una transformación que es como una ola que va recorriendo el mar sin saber dónde irá a parar pero que su belleza está en las profundidades.

Hace unos días un amigo lanzó una pregunta al aire que vamos a compartir juntos en este espacio donde nos permitimos indagar como una forma más de acercarnos a la verdad o de encontrar una luz que alumbre nuestras sombras.

¿Qué hace falta para que la exploración, y lo que se descubre en el transcurso de un verdadero diálogo de indagación, transforme realmente nuestras vidas?

A veces uno tiene la sensación que nos tiramos la mayor parte de nuestra vida hablando y aunque parece que ello nos aclara ciertas dudas en realidad no nos hace cambiar nada e incluso podríamos decir que tanto diálogo más bien fortalece nuestro condicionamiento.

Cuando la indagación surge con una pregunta desde una verdadera inquietud, necesidad, pasión que nace de la observación, entonces la mente está preparada para adentrarse en ese mundo del diálogo donde es posible la transformación y en ese sentido podríamos decir que ese es el significado de la meditación.

¿Cómo surge una pregunta?

Quizás el primer paso es el último. La verdadera indagación nace con la pregunta correcta, que es aquella que a uno le quema por dentro y requiere encontrar una gran fuente de agua que apague su fuego o de lo contrario uno ardera como una simple astilla.

¿Qué sentido tiene preguntar algo? Evidentemente hay un sentido claro de adquirir conocimiento. Si preguntamos cómo encontrar una calle determinada, ese preguntar persigue un logro, un fin o una meta. Lo único que hemos de hacer es escuchar a alguien que sepa ir, poner atención y memorizar sus palabras para después repetir prácticamente lo que hemos aprendido de palabra.

¿Somos conscientes que podemos hacer preguntas cuyo sentido no sea adquirir conocimiento sino comprender o percibir la verdad de algo?

Comprender o percibir la verdad de algo no es conocimiento que alguien pueda enseñarnos, no es algo memorizable, no es un logro o una meta, es más bien una posible experiencia que solo puede hacer uno mismo y que tiene consecuencias transformadoras.

¿Cuál es la esencia de la transformación? La esencia de la transformación está en descubrir lo falso en lo que creíamos verdadero y descubrir la verdad en lo que creíamos falso.

El cerebro solo puede funcionar con premisas verdaderas, seguras, siempre buscando el bienestar y la continuidad de su existencia y cuando encuentra que está realmente equivocado y que dicha equivocación le produce malestar e inseguridad entonces se produce una transformación instantánea producto de la compresión y de la percepción de dicha falsedad.

Imaginemos que una persona hasta ahora ha creído que el pensamiento es la herramienta más importante que tiene para hacer frente a sus conflictos y al hacer una indagación descubre que el pensamiento es la principal causa de sus conflictos y problemas, de sus temores, de sus sufrimientos, de sus locuras y obsesiones, de sus enfermedades y de su infelicidad. ¿Qué le sucede a esa persona a partir de descubrir que su propio pensamiento está limitado y no puede solucionar ningún problema?

¿Qué le sucede a esa persona? Si no le sucede nada, si no hay una transformación, sino hay un estado de observación sobre el pensamiento, entonces esa persona ha convertido lo que pudo ser la observación de un hecho en una idea, la cual ha potenciado en definitiva al pensamiento que no es más que un cúmulo de ideas.

Creemos que es necesario tener una idea de los hechos, para poder transmitir y compartir, pero en realidad la idea destruye el hecho y lo que acabamos transmitiendo es una falsedad.


Encontrar los hechos a través de la indagación es relativamente sencillo si uno es capaz de cuestionar sus verdades, sus ideas, pero vivir con los hechos no parece fácil y es ahí donde está la verdadera transformación, una transformación que es como una ola que va recorriendo el mar sin saber dónde irá a parar pero que su belleza está en las profundidades.