EN LOS SUEÑOS




EN LOS SUEÑOS



Era de madrugada, 
y alguien se abría paso entre las brumas de la noche.
Caminaba con paso firme en dirección de la casa de las rosas.
Ella dormía plácidamente en su lecho con aromas de azahares, sumergida profundamente en un bello sueño
que le sacaba la sonrisa de sus labios de sabor a fresas.
Soñaba que regresaba de las cruzadas su amado caballero,
que la estrechaba contra su pecho, con sus fuertes brazos,
 endulzando sus labios con el calor de los suyos,
y la cercanía de su cuerpo acelerando el latido de su corazón.
 

En sueños hablaba de amor con su amado.
A pesar de la lejanía nunca lo había sentido lejos.
Presentía que él la visitaba cada noche mientras ella dormía.
En susurros pronunciaba su nombre, y  al llegar la madrugada,
un beso de su amado cada mañana la despertaba. Pero al abrir los ojos
no divisaba su silueta y él no estaba a su lado,
pero era feliz, porque su hermosa historia de amor  continuaba en los sueños, donde él la hacia suya, hasta que el primer rayo de sol se asomaba a la ventana.
Y cada día a la misma hora, él en sueños  la visitaba.
 

Había llegado la hora de la diaria visita de su amado,
y como cada noche ella se fue a dormir una vez que la luna
se asomó a la ventana iluminando el cielo, acompañada de la estrellas. Pero esa noche él no había acudido a su cita de amor en los sueños.
El  destino y el amor eterno hacían un milagro.
El picaporte de la puerta la despertó de un sobresalto,
y al abrir la puerta allí estaba él.
Su amado caballero había vuelto a casa.
No faltó a su acostumbrada cita, pero dejó de visitarla en los sueños,
para amarla cada día en la realidad.
 

Escrito por Pili Ruiz el día  8 de Abril del 2011


^_________Pili________^




EN LOS SUEÑOS



Era de madrugada, 
y alguien se abría paso entre las brumas de la noche.
Caminaba con paso firme en dirección de la casa de las rosas.
Ella dormía plácidamente en su lecho con aromas de azahares, sumergida profundamente en un bello sueño
que le sacaba la sonrisa de sus labios de sabor a fresas.
Soñaba que regresaba de las cruzadas su amado caballero,
que la estrechaba contra su pecho, con sus fuertes brazos,
 endulzando sus labios con el calor de los suyos,
y la cercanía de su cuerpo acelerando el latido de su corazón.
 

En sueños hablaba de amor con su amado.
A pesar de la lejanía nunca lo había sentido lejos.
Presentía que él la visitaba cada noche mientras ella dormía.
En susurros pronunciaba su nombre, y  al llegar la madrugada,
un beso de su amado cada mañana la despertaba. Pero al abrir los ojos
no divisaba su silueta y él no estaba a su lado,
pero era feliz, porque su hermosa historia de amor  continuaba en los sueños, donde él la hacia suya, hasta que el primer rayo de sol se asomaba a la ventana.
Y cada día a la misma hora, él en sueños  la visitaba.
 

Había llegado la hora de la diaria visita de su amado,
y como cada noche ella se fue a dormir una vez que la luna
se asomó a la ventana iluminando el cielo, acompañada de la estrellas. Pero esa noche él no había acudido a su cita de amor en los sueños.
El  destino y el amor eterno hacían un milagro.
El picaporte de la puerta la despertó de un sobresalto,
y al abrir la puerta allí estaba él.
Su amado caballero había vuelto a casa.
No faltó a su acostumbrada cita, pero dejó de visitarla en los sueños,
para amarla cada día en la realidad.
 

Escrito por Pili Ruiz el día  8 de Abril del 2011


^_________Pili________^